sábado, 7 de diciembre de 2013

LOCURA Y FILOSOFIA


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 Escrito por Luis Roca Jusmet




El ser humano es esta noche, esta nada vacía, que lo contiene todo en su simplicidad – una riqueza inagotable de muchas representaciones, múltiples, ninguna de las cuales me perrtenece- o está presente. Esta noche, el interior de la naturaleza, que existe aquí – puro yo- en representaciones fantasmagóricas, esta noche en su totalidad, donde aquí corre una cabeza ensangrentada- allá otra horrible aparición blanca, que de pronto esta aquí, ante él , e inmediatamente desaparece. Se vislumbra esta noche cuando uno mira a los seres humanos a los ojos- una noche que se vuelve horrible.”
                              HEGEL

 La filosofía ha hablado poco sobre la locura. Pero Erasmo de Rotterdam, defensor del humanismo racionalista, escribe paradójicamente,  un elogio de la locura. Descartes la excluye como el Otro del disucrso de la Razón. Pocos filósofos escucharon a los locos. Uno de ellos fue Schopenhauer.  Fué  Michel Foucault el que  se interesó, sin complejos, por la locura y lo introdujo en el discurso de la filosofía. Además también escuchó a los locos. Escribió un estudio pionero y radical en el que nos explicaba todo el proceso de transformación que va desde la locura a la enfermedad mental. El loco como fenómeno social ya no existe y en este proceso ha perdido su humanidad. 
En su terrible escrito autobiográfico ( que tenía el inquietante título de El porvenir es largo ) el filósofo marxista Althusser exigía patéticamente ser juzgado por la muerte de su compañera. Lo único que pedía  es ser considerado un sujeto al que se le  atribuye la responsabilidad de sí mismo. Atribuirle el acto quiere decir que es ha de responder de su acto y se le ha de juzgar por ello y a partir de aquí determinar una sentencia.. Pero lo que le resulta absolutamente intolerable es que lo hagan desaparecer como sujeto, que quede convertido en un objeto que se encierra en un hospital psiquiátrico. Cuando los discursos bienintencionados, ideológicamente correctos, nos piden que entendamos que los esquizofrénicos o los que padecen trastornos graves  como enfermos y no los  segregemos ¿ no hay también una lógica de cosificación que es una forma peor de segregación ? Porque si un diabético existe como un sujeto cuyo organismo padece una enfermedad ¿ Que es lo que queda de un sujeto cuya propia subjetividad se considera enferma y se le niega lo que nos hace humanos, que es la responsabilidad de nuestra conducta ? ¿ Que pasa cuando no diferenciamos entre la enfermedad que afecta al organismo y la patología que afecta al psiquismo?
 El discurso psiquiátrico: nada tiene que decir ni sobre filosofía ni sobre locura, que  aparecen como simples restos lingüísticos que encubren concepciones erróneas y que solo pueden mantenerse en el lenguaje ordinario de la vox populi. Ni siquiera puede reconocer la metafísica que lo sustenta. Hay un materialismo reduccionista que niega el sujeto. Debmos mantener la dualidad sujeto/cuerpo, no como dos sustancias sino como dos registros diferentes. El sujeto no es sólo un cuerpo.
 El discurso psicoanalítico nos habla de la locura y también de su posible  relación con la filosofía. El padre fundador, Freud, tuvo una relación problemática pero interesante con la filosofía. En su juventud asistió a los cursos de Franz Brentano, peso pesado de la filosofía de su época, y adquirió una formación básica pero rigurosa y sólida. Pero Freud desconfiaba de la filosofía a la que consideraba pura especulación. O incluso peligrosa, ya que se negó a leer a Nietzsche para no ser influenciado por él. Su formación científica era la determinante y aquí enmarcaba su proyecto. P.L. Assoun, es un pensador francés que ha estudiado a fondo la relación de Freud con la filosofía. Recoge algunos rastros que son interesantes para nuestro tema:
1) La filosofía es la pretensión narcisísta de un saber absoluto. Y ya sabemos que las patologías narcisistas para Freud están ligadas a la psicosis.
2) Hay un peligro de deriva psicótica en la filosofía porque su discurso es la cristalización ilusoria de un ideal, es un documento del deseo. Hay un vínculo entre el mecanismo especulativo de la filosofía y el de la paranoia ( caso Schreber) . Se reconstruye el mundo a través del discurso para poder vivir en él.
3) Hay un cierto delirio en la percepción de las ideas como omnipotentes que llevaría a un cierto animismo.
  Con Freud hay un desencuentro con la filosofía y no entra directamente en el tema de la psicosis, mantiene una cierta distancia con ella. Ni trata psicóticos ni considera conveniente hacerlo. El psicoanálisis funciona bajo transferencia y ésta solo es posible en las neurosis. Pero Freud analizará en un texto las Memorias de Schreber, caso excepcional de discurso delirante de una paranoia aparecida muy tardíamente. Aún con sus errores, este texto será la base de toda la teorización y el tratamiento de las psicosis, como mínimo la más paradigmática, la paranoia. Desde aquí habría otra via para tratar el caso Althusser, ya que él mismo se presenta implícitamente como un psicótico y trata su discurso y su obra como algo ligado a su vida. Podríamos volver aquí a Foucault, cuando plantea que la locura de Nietzsche pertenece a su obra pero solo como su aniquilamiento, es el momento en que el martillo se le cae de las manos. Pero estamos hablando indistintamente de locura y de psicosis y quizás no son lo mismo en el discurso psicoanalítico. Sigamos otras vías  abiertas por Jacques Lacan.Lacan es, por una parte, el encuentro afortunado entre la filosofía y el psicoanálisis. Encuentro fecundo pero fallido, como todo encuentro interesante. Lacan se forma en el privilegiado grupo de Kojéve y recicla todo lo que puede de sus filósofos contemporáneos: Bataille, Heidegger, Wittgenstein. Devora a los clásicos como Platón, Kierkegaard, Kant, Descartes, Marx... y discute con Merlau Ponty, Jean Hypolitte... Lacan, por otra parte, se enfrenta teórica y prácticamente a la paranoia. Desde siempre, desde su época pre-freudiana Lacan está interesado por la paranoia.Su tesis doctoral, escrita en 1932 ( tenía 31 años) se llamó De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad. En su retorno a Freud planteará un desarrollo crítico sobre la base del texto freudiano sobre Schreber. Su Seminario III ( 1955-6) se llamará Las psicosis y uno de los textos de sus Escritos se llamará De una Cuestión preliminar para un tratamiento posible de las psicosis. En otro texto, que ya hemos citado, Sobre la causalidad psíquica, se enfrentará a las hipótesis organicistas sobre la locura de la psiquiatria dominante. Pero en la obra de Lacan hay una cierta ambigüedad entre la locura y la psicosis, que en un preciso estudio, titulado “ Locura y psicosis en la enseñanza de Lacan , Diana S Ravinovich se esforzará por clarificar . Básicamente señala que hay una diferencia entre locura como fenómeno y psicosis como estructura. Es decir, que la locura es un fenómeno que puede corresponder a cualquiera de las estructuras clínicas señaladas por Lacan ( psicosis, neurosis, perversión). En este sentido no sería ni lo mismo que la psicosis ni tampoco un fenómeno específico de ella.
Dice Lacan: “Lejos de ella/la locura/sea un insulto para la libertad, es su más fiel compañera, sigue su movimiento como una sombra/. Y el ser del hombre, no sólo no puede ser comprendido sin la locura, sino que no sería el ser del hombre si no llevara en sí la locura como el límite de su libertad?
 En estos textos Lacan elaborará una teoría muy consistente sobre la psicosis paranoica que dará una nueva vuelta de tuerca a Freud. Partirá, por supuesto, del análisis de Freud de las Memorias de Scrheber pero cuestionando que la construcción paranoica sea una defensa contra el deseo homosexual. Lo que Lacan aprovechará de Freud será más la letra pequeña que las conclusiones y el proyecto, más o menos explícito, de explicar la psicosis a través de un mecanismo específico diferente del de la represión, que correspondería a la neurosis. También las reflexiones tardías de Freud que cuestionarán que en la psicosis haya pérdida de la realidad y en la neurosis no. Freud acabará planteando que tanto en la neurosis como en la psicosis hay pérdida de realidad y escisión del yo. La ventaja de Lacan es que parte de una clínica de la psicosis y no de la neurosis, como Freud. A nivel fenomenológico  el psicótico tiene fenómenos elementales( alucinaciones, voces.) y el neurótico no. Podríamos decir que lo que hay en el paranoico una construcción delirante y en el neurótico no. Lacan deja bien claro que la construcción delirante es lingüística, está en el discurso ( aunque no hayan estos fenómenos elementales).Pero lo importante no son los fenómenos sino la estructura clínica que hay detrás del discurso, ya que hay psicosis que no manifiestan fenómenos elementales. Es la estructura clínica que se se forma a partir de un mecanismo específico, al que en este caso le llama forclusión. La forclusión viene a ser literalmente, como la prescripción de una investidura. Significa que el sujeto queda privado de una investidura que lo inscribe en el orden simbólico. El paranoico está atrapado por el lenguaje pero no puede inscribirse en él. El inconsciente es rechazado y retorna como real. Pero Lacan en sus últimos planteamientos sobre la psicosis.En los Seminarios XXII y XXIII plantea que puede haber estructura psicótica sin síntoma, es decir, sin estado ni crisis psicóticas. ¿ Cómo consigue Joyce, que para Lacan tiene una estructura claramente psicótica? Es a través de la escritura, ya que esta le permite El Nombre propio que sustituye la metáfora del padre, la falta de Nombre del Padre que inscribe un significante a partir del cual inscribir el orden simbólico. La escritura es por tanto el Síntoma que se constituye como el elemento que puede anudar los tres anillos de lo simbólico, lo imaginario y lo real que forman entre sí un nudo borromeo en el que ninguno de los tres elementos puede desanudarse sin desanudar a otros dos. Los psicóticos escriben y lo hacen de manera especial. Hay unos rasgos comunes en la escritura del psicótico: el contenido de lo que escriben es un mensaje al mundo y que tiene un carácter siempre inacabado. El escrito del psicótico revela especialmente algo de la escritura misma del escrito. Pone de manifiesto la estructura misma del significante, que aparece en su estado puro. Hay un intento de ligar lo simbólico y lo real. Lo imaginario, que tiene que ver con el significado es lo que se intenta incorporar, pero de entrada está fuera. Las palabras adquieren un peso por sí mismas. En todo caso la escritura ( en Joyce, en Artaud, en Rousseau y como curiosamente se ha puesto de manifiesto en su biografía Francisco Umbral) puede ser un escudo protector frente a la eclosión psicótica ¿ Y NIetzsche ?. Nietzsche escribe, prácticamente sólo escribe y parece que necesita escribir por una necesidad vital. Nietzsche habla de la vida pero su goce está en la letra sobre la vida, no en la propia vida. Escribe un mensaje al mundo, que deja inacabado y, como Holderlin, calla para siempre y se sumerge en un silencio abismal, que parece la imagen más pura de la psicosis.
 Continuemos con Zizek, que trabaja filosóficamente, y lo hace de manera fecunda, los conceptos de Lacan. Zizek nos explica que su pensamiento es como un nudo borromeo ( en el que si desatas un circulo se desanudan los otros) formado por tres círculos teoría marxista de la ideología , Hegel y Lacan. Pero es Lacan, nos dice, el que ilumina todo su pensamiento. A Zizek, como a mí, Lacan nos parece una de las mentes más creativas y potentes de la segunda mitad del siglo XX.  “ ¿ Es real la realidad? “ se pregunta Zizek Siguiendo a Lacan, entiende por real algo muy diferente de lo que llamamos realidad. En su famosa teoría de los tres registros ( simbólico, imaginario, real) lo que nosotros entendemos por realidad ( lo que tiene una consistencia física o social) es justamente lo que entraría en las dimensiones de lo simbólico y de lo imaginario pero no de lo real ( Zizek lo plantea en la primera parte del capítulo; “Desde la realidad a lo real”). La realidad la constituimos a través de significantes ( simbólico) y de percepciones ( imaginario). Lo real es lo imposible de representar, de pensar. Es lo traumático, el resto que queda de la represión primordial que sella nuestra entrada en el orden simbólico. Pero lo que nos impide caer en la psicosis es la frontera que separa la realidad de lo real. Zizek nos recuerda que donde sí hay que seguir a Freud es cuando dice que la construcción paranoide no es la caída psicótica sino es una defensa, un intento de salvarse del derrumbe psicótico. Derrumbe psicótico es el de Nietzsche cuando calla: es el Autismo como aislamiento radical de la red simbólica ( del Otro). Por esta línea podríamos plantear algunos interrogantes. ¿ Es el discurso de Nietzche, como el de por ejemplo Rousseau, un discurso paranoico para evitar la caída en el derrumbe psicótico? ¿ Es este también el mecanismo general del filósofo, como parece que podría apuntar Freud? ¿ Porque los filósofos necesitamos sostener teóricamente lo que los otros no necesitan fundamentar? ¿ Porque no aceptamos lo que nos viene dado y que en definitiva es de lo que todos parten, incluso el científico? ¿Es la filosofía un intento de reconstruir un orden simbólico que tenemos forcluido? 
 Zizek titula precisamente este capítulo “ El pasaje por la locura “. El gesto que abre el Logos, nos dice siguiendo a Hegel, es esta “ noche del mundo “. Es el punto de locura total, continua Zizek, en el que vagan las apariciones fantasmagóricas de los objetos parciales.de las pulsiones. La verdadera pregunta no es como pasamos de la normalidad a la locura sino como salimos de la locura para pasar a la normalidad. ¿ No será la razón normal, como dice Schelling, una forma regulada de locura. Zizek tiene también un curioso artículo que titula “ En los orígenes de la noción de psicosis: Schelling”. Lo que plantea en el texto es que Schelling, en su libro Investigaciones sobre la libertad humana y Edades del mundo plantea una serie de intuiciones perturbadoras. Habla de que el Mal demoníaco y originario existe independientemente del bien, que es una voluntad pura, libre, como acto libre injustificado, inesperado, independiente de las contingencias. En el comienzo Dios era calma y beatitud hasta que aparece una primera contracción, un estrechamiento que constituye a dios como sujeto, un furor destructor que va contra sí mismo, contra el Uno Divino. Es la aparición del Hijo, de su Palabra pacificadora que Dios rechaza esta locura divina este torbellino primitivo y terrible de estar entre la expansión y la contracción, de las pulsiones divinas. La vida divina antes del nacimiento del Hijo – dice Zizek- es una tensión que va hasta la locura... un mundo sin eclosión simbólica...un mundo cerrado sin la distancia, un mundo donde el dios real, en su “soledad terrible”, está siempre sofocado por su propia cólera. Dicho de otro modo, un mundo propiamente psicótico.
Siguiendo con este planteamiento para Zizek Schelling viene a plantear en términos divinos una alegoría sobre la psicosis paranoica.. Para salvarse del “fin del mundo”, del derrumbe del universo, Dios debe inventarse a su Hijo y su Palabra. Si leemos retroactivamente a Schelling, a partir del retorno a Freud lacaniano, habría una formulación anticipada de otro tema: la tesis lacaniana fundamental según la cual la locura se funda sobre una libertad, sobre una elección originaria.
Esta si que sería una locura que, no por ordinaria, no dejaría de colocarnos en un lugar patético, ya que convertiría a la filosofía y a los filósofos en otras construcciones ilusorias, en los garantes del Otro, de la Verdad encarnada en los discursos ideológicamente correctos, desde la ciencia hasta el humanismo. Y la filosofía, si se justifica, es por el poder radical de pensar de otra manera que el que nos ofrece la ideología, y esto es siempre disolvente de lo ilusorio.
Quisiera acabar con una respuesta que se da Zizek a sí mismo en una curiosa autoentrevista. Esta respuesta plantea el problema de la relación de la filosfía y el psicoanálisis en otros términos, identificando la posición del analista con la socrática: :
Lacan no apunta a “un fundamento filosófico del psicoanálisis”, ni la operación inversa de un “descubrimiento de la filosofía como ilusión paranoica-megalomaníaca, sino a algo mucho más preciso: el discurso analítico es un “mediador evanescente” entre el universo tradicional, prefilosófico del mythos y el universo filosófico del logos. En el Seminario VII sobre” La Transferencia”, Lacan despliegua esta idea de un modo ejemplar a propósito de Sócrates en tanto punto de partida de la filosofía. Sócrates-al menos el Sócrates de los primeros diálogos de Platón, que afirma saber únicamente que no sabe nada, y ser versado en materia de amor-proporciona la primera encarnación de la posición del analista: lejos de impartir a su interlocutor –el sujeto que afirma saber o que cree que sabe-un conocimiento verdadero, lo enfrenta con la incoherencia de su posición, con el hecho de que su pretensión de saber es mera apariencia; más precisamente , lo fuerza que reconocer que su deseo (de Verdad) no está garantizado por la Verdad misma, de modo que la responsabilidad de sus afirmaciones recae sobre él.
La “ignorancia” de Sócrates no es, por tanto, una simple ignorancia de un humano mortal para quien la Verdad-Logos eterna es innacesible; representa la incoherencia del propio Logos: Sócrates no habla desde el lugar de la Verdad completa; el lugar que ocupa es el de la incoherencia, el agujero en el Logos. Esta experiencia intermedia es lo que-mucho más tarde-Lacan llamó la “no existencia del gran Otro”, esta experiencia del “Otro barrado”, se vuelve invisible apenas el gran Otro restaña sus heridas y se presenta como el garante de la Verdad. El psicoanálisis- más precisamente la posición del analista-representa por ende el núcleo extimado de la filosofía, por su gesto fundacional negado.

  La filosofía puede ser una locura narcisista cuando alguien se identifica Identificarse con la imagen del filósofo y por tanto creerse que somos filósofos. Aquí vuelvo a citar la afirmación de Lacan: “ si un hombre cualquiera que se cree rey está loco, no lo es menos que un rey que se cree rey”. Es decir que la peor locura es la de la infautación del yo. El yo también es una máscara, una ilusión, quizás la más nefasta de este tardocapitalismo en que vivimos. Podemos aplicarnos, como reza el título de la comunicación, el aforismo a nosotros, los supuestos filósofos: “ si un hombre cualquiera se cree un filósofo, está loco pero no hay peor loco que un filósofo que se cree un filósofo.” Pero no por el tópico que acostumbramos a esgrimir: sólo unos pocos elegidos pueden llamarse Filósofo Sería un Filósofo Platón, Kant, Hegel y pocos más, pero nosotros solo somos, como máximo, profesores de filosofía. Pues no, no es esto, porque El Filósofo, no existe, ya que lo convertimos en un Ideal inalcanzable. Literalmente inalcanzable porque los pocos elegidos que constituimos como tales lo son desde la posteridad; solo podemos mitificarlos desde el presente. Pero en realidad sólo existen porque les hemos constituido como tal. Ellos, como nosotros, pensaban. Y esto es la filosofía, el oficio de pensar desde la experiencia subjetiva. Puede haber buena o mala filosofía, pero es filosofía. ¿ Acaso negamos que sea un actor el que consideramos que acúa mal? Pero es un sujeto el que tiene la propiedad de actuar ( por esto le llamamos actor) igual que otro sujeto tiene la propiedad de hacer público su pensar ( por esto le llamamos filósofo) . 
 ¿ Podemos mantener hoy esta posición de ser el agujero del Otro? Para el discurso dominante esto sería la locura, porque nunca lo aceptará. ¿ O aceptaremos la locura de intentar ser el Otro del Otro, es decir su garantía? Esto sería para el discurso dominante la función social de la filosofía, la única postura sensata. Cada uno de los que nos reconocemos en el significante de filósofo elegiremos cual es la locura que aceptaremos : o la locura del iluso que se cree los elogios del amo o la locura del que se atreve a cuestionarlos todo y puede sostenerse en este abismo. Vivir en este abismo, esta es la forma como entiendo esta locura que es la aventura filosófica.

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