Escrito por Luis Roca Jusmet
Y el cerebro creó al hombre. ¿ Cómo pudo el cerebro generar emciones, sentimientos ideas y el yo ?
Antonio Damasio
( Traducción de Ferrán Meler Orti )
Barcelona : Destino. 540 páginas
La
neurociencias no sólo son las ciencias que, en estos momentos, nos
pueden dar la información más valiosa para una filosofía de la mente
sino que además están de moda. Lo cual es una buena noticia, porque está
muy bien que los humanos estemos bien informados sobre este órgano tan
singular que es nuestro cerebro.
Pero antes de seguir habría que hacer, siguiendo a Damasio, dos correcciones. La primera respecto a lo que he dicho de la mente, ya que como bien nos muestra este brillante científico ( que tiene además una buena formación filosófica) el enigma fundamental hoy no es la mente sino la conciencia. Aquí ya introduce una precisión que nos va a resultar muy útil. Entendemos por mente un conjunto de representaciones ( de entrada, podemos decir imágenes) y emociones ; aunque no todo cerebro produce una mente, sí lo hacen lo que tienen una mínima complejidad, por ejemplo los insectos. Pero la conciencia es mucho más sutil, porque no sólo implica un cerebro capaz de producir una mente, sino también la propiedad de saberse a sí mismo; es decir, de saber que somos alguien que se mueve en el mund pero con una identidad diferente y separada de él.. A este saberse con una identidad Damasio lo llama también subjetividad. ¿ Somos los humanos la única mente con conciencia, es decir, los únicos sujetos ?. Para Damasio tampoco, por lo menos si damos a las palabras conciencia y sujeto un sentido amplio. Hay lo que él llama un proto sí mismo, que sería la base de la conciencia subjetiva y que existe en algunos otros animales. Pero es el desarrollo de la memoria, la imaginación, la razón y sobre todo el lenguaje lo que permite una elaboración subjetiva más completa, lo que nuestro autor llama el sí mismo autobiográfico. Es lo que llamamos propiamente el yo y lo que nos permite ir construyendo una narración de nosotros mismos y de nuestra vida.
Pero antes de seguir habría que hacer, siguiendo a Damasio, dos correcciones. La primera respecto a lo que he dicho de la mente, ya que como bien nos muestra este brillante científico ( que tiene además una buena formación filosófica) el enigma fundamental hoy no es la mente sino la conciencia. Aquí ya introduce una precisión que nos va a resultar muy útil. Entendemos por mente un conjunto de representaciones ( de entrada, podemos decir imágenes) y emociones ; aunque no todo cerebro produce una mente, sí lo hacen lo que tienen una mínima complejidad, por ejemplo los insectos. Pero la conciencia es mucho más sutil, porque no sólo implica un cerebro capaz de producir una mente, sino también la propiedad de saberse a sí mismo; es decir, de saber que somos alguien que se mueve en el mund pero con una identidad diferente y separada de él.. A este saberse con una identidad Damasio lo llama también subjetividad. ¿ Somos los humanos la única mente con conciencia, es decir, los únicos sujetos ?. Para Damasio tampoco, por lo menos si damos a las palabras conciencia y sujeto un sentido amplio. Hay lo que él llama un proto sí mismo, que sería la base de la conciencia subjetiva y que existe en algunos otros animales. Pero es el desarrollo de la memoria, la imaginación, la razón y sobre todo el lenguaje lo que permite una elaboración subjetiva más completa, lo que nuestro autor llama el sí mismo autobiográfico. Es lo que llamamos propiamente el yo y lo que nos permite ir construyendo una narración de nosotros mismos y de nuestra vida.
La segunda corrección sería que al hablar de nuestro cerebro no podemos
hacerlo de manera aislada, ya que para Damasio uno de los frecuentes
errores, incluso de los neurocientíficos, es no insertar el cerebro en
el cuerpo, no corporalizarlo suficiente. Se situa en una línea muy
interesante bien representada también por el otro gran neurocientífoco
con inquietudes filosóficas que es Francisco J. Valera, que ha insistido
mucho sobre este punto. Las neuronas son células, aunque tengan
propiedades especiales como estar conectadas entre sí y poder ayudar a
otras células. Se evita de esta manera, insitiendo en su naturaleza
biológica, un mecanicismo que dominó el cognitivismo fascinado por la
informática.
Con
este comentario inicial ya me he adentrado un poco en las fascinantes
problemáticas que aborda este excelente libro. Damasio ha conseguido que
un público amplísimo se interese por sus estudios a base de combinar el
rigor, la claridad y la buena escritura. De esta manera nos encontramos
con un libro que continua la brillante literatura iniciada por El error de Descartes y continuada por En busca de Spinoza ( por citar sólo los titulos más reconocidos). Si he titulado la reseña Las neurociencias al alcance de ( casi) todos porque
auqnue Antonio Damasio pone todos los medios para hacerlo accesible hay
que superar la dificultad de su densidad concpetual y su extensión. En
todo caso cualquier lector interesado lo único que necesita es
paciencia, ya que cómo he dicho el libro proporciona los medios para
poder ser bien entendido. Hay un orden muy lógico en la exposición, que
va desde la vida hasta la consciencia pasando por una análisis
exhaustivo de la mente, de la memoria y de las emociones y
sentimientos. En todo momento hay una explicación paralela de los
procesos cerebrales que sustentan cada proceso menatl o consciente. Aquí
nos encontramos entonces con una cierta ambigüedad que se manifiesta en
la última nota del apéndice final, que trata sobre la equivalencia
entre una equivalencia entre mente y cerebro. La ambigüedad reside en
que Damasio acepta la identificación entre los dos términos como haría
un materialista reduccionista pero al mismo tiempo sigue manteniendo el
término mente cómo de una realidad diferente al cerebro. Aquí
parece acercarse más a los emergentistas o funcionalistas que aunque
consideran que el cerebro y las actividades neuronales son la base
física de la mente y los estados mentales los segundos no pueden
reducirse a los primeros. En todo caso Antonio Damasio es, por supuesto,
un materialista y con ello quiero decir que defiende que el ser humano
es un cuerpo que se mueve en el único mundo real, que es el físico. Ya
en El error de Descartes Damasio mantiene que a la luz de lo que
sabemos hoy del cerebro defiende una postura dualista ( como si mente y
cerebro-cuerpo fuesen dos realidades independientes) es insostenible.
Quizás sería la fe católica la que llevó a destacados neurocientíficos
como John Eccles ha defenderlo. Damasio nos da una imagen muy
interesante del cerebro : es como una estructura física, donde cada
elemento ocupa un lugar que esta relacionado con otros, en la que se
teje una red neuronal. Como bien nos dice la gran paradoja del cerebro
humano es que es al mismo tiempo universal ( la organización y los
patrones de conexión neuronal siguen unas pautas con pocas variaciones) y
singular, ya que cada cerebro es distinto entre un humano y otro
gracias a nuestra plasticidad neuronal. También es muy consistente la
manera cómo Damasio resuelve la vieja e inútil polémica entre lo
genético y lo ambiental. Digo inútil porque hay aquí un mal
planteamiento, cómo si estuivieramos hablando de dos factores
independientes que se suman y la discusión girará en torno sobre cual de
los dos es más importantes. En realidad la cuestión se ha de plantear
de otra forma : hay unas pautas genéticas que en parte son universales
para toda la especie y en parte son individuales y estas pautas se van
modificando en función de su interacción con el medio. Es decir, que
todas nuestras característica personales son producto de la interacción
entre un punto de partida genético y unas influencias externas y su
producto es la experiencia personal que nos configura.
Pero hay dos puntos en los que sí haría una crítica a los
planteamientos desarrollados en el libro. La primera y menos importante
es la manera cómo trata el psicoanálisis. Hay de entrada una confusión
entre lo no-consciente ( que son los procesos automáticos del cuerpo y
el cerebro de los que no tenemos consciencia) y el inconsciente, que
serían las representaciones reprimidas porque nos despiertan emociones
insoportables. La confusión se explica por la rápida y bastante
superficial manera cómo Damasio liquida el tema, considerando el
psicoanálisis una influencia dañina. Aquí recomendaría la lectura de un
libro excelente, escrito conjuntamente por un psicoanalista ( François
Ansermet) y un neurocientífico ( Pierre Magistretti) que se llama A cada cual su cerebro. Plasticidad neural e inconsciente y que establece un encuentro mucho más profundo y fecundo entre las dos disciplinas. El mismo término, tan de su agrado, de inconsciente genómico me parece fruto de esta confusión.
Pero
lo que sí me parece que merece una crítica seria es su deriva
biologista. En libros anteriores parecía que la buena formación
filosófica de Damasio podía ser un antídoto para no caer en el principal
peligro de los neurocientíficos, que es justamente el biologismo. Éste
biologismo consiste, en el caso de Damasio, en su concepción
funcionalista-teleológica de la evolución de las especies y en su
planteamiento de que cualquier conducta de un ser vivo hay que
entenderla cómo una búsqueda de la homoestásis. Desde esta concepción
Damasio quiere entender la conciencia y la cultura desde los praámetros
de su funcionalidad para la supervivencia de la especie y del individuo y
desde el mantenimiento del equilibrio, que es el motor de sus acciones.
Me parece una perspectiva muy pobre, tanto para entender la conciencia,
cómo la cultura y las acciones humanas. Hay aquí toda una discusión
filosófica muy interesante que surge de la hipótesis evolucionista y que
me parece que Damasio solventa en el fondo con una mala metafísica, que
es la de pensar que todo responde a una funcionalidad, es decir, que la
lógica de la evolución es exclusivamente la del mantenimiento de lo que
es útil. Si realmente consideramos que la evolución es una combinación
de selección natural a partir del azar la cosa no me parece tan clara.
Para Damasio la conciencia es el resultado de una combinación de
determinados circuitos cerebrales capaces de unir las percepciones con
los recuerdos, que se mantiene porque tiene una función evolutiva.
Sinceramente no veo porque hemos de considerar que la conciencia tiene
un papel positivo en la homoestasis y en la evolución de la vida. Más
bien me parece que el hombre con sus conciencia es una anomalía que ha
trastocado todo el equilibrio ecológico con su desmesura. Que el ser
humano produce una cultura que no es, como dice Terry Eagleton, un
complemento sino un suplemento. La cultura es ambivalente, ya que por
una parte nos permite cubrir las necesidades que biológicamente no
cubrimos y por otra es un exceso, que nos conduce a romper los límites
de su homoestasis, por utilizar la expresión de Damasio. Aquí todo el
tema de la subjetividad también se formula en unos términos
excesivamente simples. Aunque Damasio reconoce la importancia del
lenguaje no contempla su importancia al no distinguir entre lo simbólico
y lo imaginario, entre un lenguaje convencional que mediatiza y
transforma nuestra relación con el mundo físico y lo que son las
imágenes de este mundo, percibidas o recordadas. También es muy
discutible que toda acción humana tenga cómo finalidad la restauración
del equilibrio interno, la eliminación de la tensión a través de la
satisfacción del impulso. Ya Freud, que lo planteaba inicialmente en
estos términos, se da cuenta que había “un más allá del principio del
placer”. El ser humano es muy complejo : la pulsión de muerte (
tendencias destructivas y autodestructuvas), la búsqueda de un goce
oscuro que no tiene nada que ver con el placer entendido como reposos
interno, las tendencias a seguir una normas más allá de la satisfacción (
superyo). Muchos y muy complicados temas para saldarlos de la manera
tan reduccionista cómo hace Damasio.
En todo caso un libro muy recomendable. Por su cuidada forma que
facilita un contenido difícil que nos hace recorrer el camino que va
desde la vida hasta la conciencia ofreciéndonos abundante información
sobre todo lo que hoy deberíamos saber todos sobre lo que dice la
ciencia sobre estos temas. Que es mucho y poco al mismo tiempo, cómo
bien ilustra Antonio Damasio. Y muchas reflexiones filosóficas que, como
mínimo, nos estimulan a pensar.
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