martes, 31 de marzo de 2020

SOBRE LA MELANCOLÍA

Definición de melancolía - Qué es, Significado y Concepto


Escrito por Luis Roca Jusmet

 "En la melancolía la sombra del objeto cae sobre el yo"
                                                  Sigmund Freud

 "No hay forma más patética del dolor de existir y del sufrimiento que el melancólico"
                                                Jacques Lacan


 Freud señala en su libro "Duelo y melancolía" la naturaleza específica de esta dolencia, que desgraciadamente se ha ido eliminando de la conceptualización psicopatológica. Lo ha hecho, como tantas cosas, por la deriva teórica que cada nueva edición del DSM consolida más. ya no hay estructuras clínicas ni significaciones, solo va quedando una descripción fenomenológica cada vez más empobrecida. De esta manera se sustituye una posción subjetiva por un afecto, que es el de la depresión. Porque la depresión es un fenómeno, estado afectivo que incluye inhibición, tristeza, culpabilidad que no dice nada sobre la estructura clínica. La palabra "depresión" es muy moderna y se ha ido generalizando hasta perder su sentido preciso. La depresión reactiva se corresponde con lo que Freud llamaba duelo, mucho más claro al poner de relieve que es consecuencia de la pérdida de un objeto amoroso. La melancolía, en cambio, supone situar la melancolía del lado de la psicosis más que de las neurosis. Aunque si en las neurosis hay un conflicto entre el elloy el yo o el superyo  y en las psicosis entre el yo y la realidad externa, en la melancolía lo es entre el yo y el superyo. En la melancolía hay un empobrecimiento y una regresión de la líbido porque el objeto perdido es el propio yo. La libido sustraída del objeto perdido vuelve al yo por el mecanismo de la identificación regresiva. El Yo no cede el objeto, no quiere resignarlo, aunque éste se sabe definitivamente perdido. Es mediante la identificación narcisista del yo con el objeto perdido, que el yo lo sustituye. 
Este tipo de identificación regresiva fue conceptualizada en el capítulo 7 de “Psicología de las Masas y Análisis del Yo”.
En este capítulo, Freud despliega las tres diferentes variantes de la identificación a partir de la experiencia del complejo de Edipo.La primera, es la identificación al padre o al rival. El sujeto, en su rivalidad hacia el progenitor del mismo sexo, se enfrenta a él por el mecanismo canibálico de la fase oral. El padre, como enemigo es introyectado en el yo del sujeto. El yo del sujeto identificado al objeto, es rebajado a la condición de Cosa, de la Cosa por siempre perdida.
Y es en este punto en donde se logra advertir la severidad y causa de la instancia crítica que se ensaña con el yo rebajado a la condición de objeto, muy lejos de responder a las exigencias del ideal del yo. La escisión del yo en términos freudianos, y la división subjetiva en términos lacanianos, son el efecto de esta identificación del sujeto con el objeto. Otra perspectiva interesante de abordaje de la melancolía es expuesta por Freud a partir de la introducción, reciente en ese entonces, del concepto de narcisismo. El sujeto ama en el objeto el rasgo que recuerda lo que él fue y ha perdido, o lo que posee los méritos que él no tiene y desearía tener, es decir, se ama en el otro lo que falta al yo para alcanzar el ideal. El sujeto melancólico ama según el tipo narcisista de elección de objeto. Resignado su objeto, se identifica a él en una regresión hacia el narcisismo primario, que le permite amortiguar o atenuar los efectos de la pérdida real de objeto.El segundo eje a partir del cual Freud se propone identificar el mecanismo de la melancolía, es la ambivalencia lo define como una característica propia de la fase sádico-anal, en la cual “los pares de opuestos pulsionales están plasmados en un grado aproximadamente igual”. Amor y odio se alternan en una proporción similar. El odio es definido en “Duelo y Melancolía” como la reacción del sujeto ante una amenaza a su narcisismo primario proveniente del mundo exterior. La pulsión yoica se propone preservar la integridad del Yo. Freud considera la presencia acentuada del conflicto de ambivalencia como una de las premisas de la melancolía en donde amor y odio están polarizados. El amor por el objeto perdido, se refugia en la identificación narcisista, mientras que el odio se ensaña con el objeto sustitutivo a la manera de una satisfacción sádica. Así Freud define al sadismo dirigido al objeto encarnado por el Yo como un “automartirio gozoso”.El odio en la melancolía pugna por desatar la libido del objeto, causa de su pesar psíquico, en un intento por conservar y reafirmar su narcisismo. La enfermedad se comporta como el refugio, como la manera de sustraerse y evitar el enfrentamiento con aquella hostilidad acuciante. El suicidio melancólico encuentra su explicación en las tendencias sádicas del sujeto y no es sino la puesta en acto de la hostilidad y el sadismo, dirigidos al Yo propio del sujeto tomado en tanto objeto.Freud explica así cómo la investidura de objeto ha sufrido en la melancolía un destino doble. Por un lado ha regresado la identificación al narcisismo primario, y por el otro, ha regresado a la etapa anal-sádica bajo el influjo del conflicto de ambivalencia.

 Pero quien desarrollará un análisis completo de la melancolía desde un punto de vista psicoanlítico será Jacques Lacan. La melancolía es una estructura psicótica: hay un agujero en lo simbólico y no hay un desprendimiento de un resto, de lo que llama objeto a y que es causa del deseo. No hay una falta y por tanto no hay deseo. Esto es común a todas las estructuras psicóticas. Este sería el esquema propio de la melancolía :
 El melancólico no se separa del Otro, no acepta la pérdida esencial del Otro primordial (madre). Su narcisismo es por tanto primario y sujeto al yo ideal. Al no haber separación no hay elección de objeto ni identificación simbólica con un ideal que estructure el discurso. No ha habido función paterna y la identificación es absoluta con el Otro primordial, con el superyo materno, con el imperativo de goce. El melancólico no busca el reconocimiento del Otro, se sabe indigno y debe identificarse de manera absoluta con un yo ideal porque si falla es su destrucción. El Otro es persecutorio, a través de un superyo sádico con el que debe identificarse. Este es el goce sádico del melancólico, el dominio de la pulsión de muerte. la culpa que experimenta el melancólico esta fuera de toda dialéctica, es infinita. El sujeto melancólico necesita identificarse con una imagen que le permita compensar la certeza de su indignidad, de ser escoria, de ser una mierda. Necesita este ropaje narcisista y cuando cae aparece el brote psicótico. Que no presenta fenómenos elementales ni alucinaciones sino una autoinculpación delirante y obsesiva y un delirio de ruina. En la melancolía el objeto es abandonado, no hay pacto con el Otro. Solo la imagen narcisista que puede taponar el goce que produce la pulsión de muerte del superyo y que puede conducir al suicidio. En el fondo, al suicidarse matan al objeto amado que los ha abndonado.

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