Reseña aparecido en el número 10 de la revista Dorsal
El cuidado de sí como genealogía del
psicoanálisis. Antigüedad, Nietzsche
y el psicoanálisis.
Elena Bravo
Ceniceros.
Ediciones Navarra,
Ciudad de México, 2021.
Escrito por Luis Roca Jusmet
Elena Bravo Ceniceros es una filósofa
y psicoanalista que trabaja en este
libro sobre un posible encuentro entre
psicoanálisis y filosofía, básicamente
a partir del hilo conductor del
cuidado de sí, entendido a la manera
foucaultiana. Nos propone una
muy interesante genealogía del
psicoanálisis, más específicamente el
de orientación lacaniana, a partir de
esta conceptualización. Es importante,
de entrada, que sepamos la diferencia
entre historia y genealogía, señalando
que el primero es en singular y el
segundo en plural. La historia es
una reconstrucción histórica que
exige un máximo de objetividad y
fidelidad con respecto a los hechos. La
genealogía es, en cambio, una lectura
posible de algo presente, cogiendo
una determinada opción respecto a
su procedencia. Teniendo en cuenta
que Freud inventa el psicoanálisis,
podemos establecer varias genealogías
diferentes, centrándonos en diferentes
campos. El camino que ha elegido
la autora, desde la perspectiva de la
orientación lacaniana, me parece muy
sugerente. Tiene un referente, que
son los trabajos de Jean Allouch. Pero
Elena Bravo no solo profundiza en este
horizonte, sino que hace la arriesgada
apuesta de introducir a Nietzsche. El
resultado, ya lo anticipo, es discutible
pero muy sugerente.
El libro está dividido en cuatro partes.
El capítulo primero, “El cuidado de sí”,
me parece una buena introducción al
tema, señalando el hilo conductor que
va desde la formulación de esta noción
en los antiguos, hasta la renovación de
la pregunta por parte de Nietzsche y
del psicoanálisis. Siempre teniendo
como referencia la actualización que
hace Pierre Hadot, con su visión
de la filosofía como forma de vida o
ejercicio espiritual. Y la manera como
lo retoma después Michel Foucault,
que es el que lo transformará en su
noción de “cuidado de sí”. Elena
Bravo entra también en una cuestión
nuclear, que es preguntarse quién es
este” sí” del que hablamos cuando
decimos “cuidado de sí”. Cuestión
muy problemática ya que no todos
los que sostienen esta propuesta lo
entienden de la misma manera. La
autora descarta de manera categórica
las tienen como base concepciones
sustancialistas del alma. Trabaja, sobre
todo, desde la idea de Foucault de
entenderlo como algo en construcción,
un sujeto de acción instrumental que
se relaciona consigo mismo. También,
por supuesto, la de Lacan del sujeto
del inconsciente. El horizonte sobre
la cuestión, extraordinariamente
compleja, queda bien establecido.
El segundo capítulo aborda otro
tema fundamental, que es el del
lugar del otro en el cuidado de sí,
lo cual es imprescindible para no
entenderlo de forma individualista
o con ilusiones de autosuficiencia.
Inicia la problematización en el
contexto de los antiguos, que lo piensa primero en relación a la polis o
a las escuelas alejandrinas y romanas.
Aquí Nietzsche, aunque descarta
esta dimensión social, recupera algo
de ella, también defendido por los
antiguos, que es la importancia de
la amistad. Otra línea, fundamental
para Platón, será la del amor. En todo
caso hay aquí una gran pluralidad de
planteamientos. Hay otra cuestión
importante, que es la del papel del
maestro. Todo esto dará un giro
diferente cuando lo enfocamos desde
el psicoanálisis y aquí Elena Bravo
recoge tanto las aportaciones de
Freud como las de Lacan en lo que
respecta al papel del analista y a su
formación, siempre centrada en la
cuestión fundamental, que es la de la
transferencia.
El tercer capítulo es, quizás el más
importante. En él entra en el estudio
de las diferentes prácticas de sí que
proponen las diferentes escuelas. Hay
un bloque que son las que Hadot
llamaba “ejercicios espirituales” y
Foucault “tecnologías del sí”, que
recogen su material de los antiguos.
Enlazará con la propuesta de Foucault
de una estética de la existencia,
ya planteada en algún sentido por
Nietzsche, que ejerce sobre él, como
sabemos, una influencia importante.
Es importante la idea que defiende la
autora a partir de Nietzsche, Foucault
y el psicoanálisis de Freud y Lacan
que, es que no se trata de descubrir
sino construir un sujeto ético. Se trata
de un trabajo creativo o artesanal,
no de búsqueda de un yo auténtico
supuestamente oculto.
En el capítulo cuarto, Elena
Bravo se preguntará, a partir de lo
anteriormente expuesto, sobre la
genealogía del psicoanálisis desde la
tradición del cuidado de sí. Lo hará
marcando una línea roja con respecto
a las prácticas psicoterapéuticas al
uso y a la literatura de autoayuda. La
finalidad del cuidado de sí no es la de
adaptarse, sino de enseñar habilidades
del yo. Se trata de buscar un camino
propio, un trazado singular partiendo
de la base que, aunque el libre albedrío
sea una ficción, no estamos totalmente
determinados. Siempre hay un
margen, pero hay que trabajarlo. Al
mismo tiempo entendiendo que el
cuidado de uno mismo y del otro no
pasa en absoluto por las prácticas de
normalización que siempre quiere
imponer el poder. Hay un bonito
final, muy abierto, pero que plantea
que en todo caso este cuidado de sí
pasa por potenciar el deseo, nunca por
renunciar a él.
El libro, en su conjunto, es a la vez
claro y riguroso, y aporta muchas
ideas. La apuesta de Elena Bravo
Ceniceros es valiente, siguiendo la
línea abierta por Jean Allouch. Se trata,
en definitiva, de un compromiso con
la libertad para quién quiera encontrar
un camino propio en un mundo cada
vez más estandarizado.