lunes, 13 de enero de 2014

PSICOANÁLISIS E INTELIGENCIA EMOCIONAL


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Escrito por Luis Roca Jusmet

Me gustaría analizar aquí la noción de inteligencia emocional desde una perspectiva psicoanalítica. No soy psicoanalista pero me parece un punto de vista interesante. Discutible pero interesante, fecundo para cuestionar una noción que se ha convertido en un tópico.
 Pienso que la noción de inteligencia emocional es menos original de lo que parece. Daniel Goleman la elabora a partir de la teoría de las inteligencias múltiples de Martin Gardner. Lo que hace este último es hablar de la inteligencia interpersonal y la intrapersonal como dos de las siete inteligencias de que disponemos todos los humanos. La inteligencia inrapersonal es la capacidad de entender las nuestras emociones y controlarlas. La interpersonal es la de entender las emociones de los otros y de experimentar empatía por los otros. El planteamiento, ya de por sí confuso, queda aún más simplificado por Goleman.
 En primer lugar me parece que entenderse las propias emociones y controlarlas son dos cosas totalmente diferentes. El control, en todo caso, no tiene que ver con la inteligencia, tiene que ver con el carácter. En cuanto a entender a los demás y sentir empatía por ellos pasa lo mismo. Podemos llamar a la capacidad de entender las emociones del otro como inteligencia pero la empatía tiene que ver también con el carácter. Digo esto para cuestionar ya de entrada este término de inteligencia emocional desde un planteamiento de la crítica de un sentido común no distorsionado por la ideología.

 El psicoanálisis introduce una perspectiva que aún complica más la cuestión, que es la del inconsciente. Si aceptamos el inconsciente está claro que el conocimiento de uno mismo tiene un límite. Que el control depende de muchos factores : las pulsiones, el superyo., el ideal del yo... El yo solo es un aspecto limitado de la cuestión. Es el inconsciente el que, en gran parte, determina lo que hacemos. No tiene nada que ver con la inteligencia.
 Pero aquí hemos de señalar que si diferenciamos escuelas psicoanalíticas radicamente diferentes, como la Escuela del Yo o la lacaniana, la manera de confrontarse a la inteligencia emocional es totalmente diferente. La escuela del Yo podría entenderse, hasta cierto mundo, con esta noción de inteligencia emocional. Aceptando su superficialidad estaría de acuerdo en sus objetivos. El psicoanálisis quiere que sea el Yo el que controle nuestra vida. Donde está el ello, que esté el yo. Podríamos incluso llamar a este control inteligencia emocional.

 Pero la escuela lacaniana dice lo contrario: donde esté el Yo, que esté el Ello. Para los lacanianos el yo es una ilusión del imaginario. El control es una herencia del Ideal de Yo. Es decir, que ni desde lo imaginario ( aquella imagen de nosotros mismos con la que nos identificamos, siempre falsa) ni desde el control ( el dominio simbólico del Otro) podemos llegar a la vida que queremos. Hay que ir más allá. Lacan quiere mantener el carácter subversivo del psicoanálisis. No como subversión política ni social sino como la negación de someterse a la norma. Esto le acercará a Michel Foucault. la normalidad es un invento moderno. Es el Ideal que hay detrás de todas las psicologías del yo, entre las que podemos incluir la Escuela del Yo psicoanalítica o la psicología humanista en la que se enmarca la teoría de la inteligencia emocional. Se trata de que mande el yo y éste lo hace a través del Ideal social. Ideal de la adaptación. del autocontrol a partir de los valores sociales. Es normal, es sano, el que se adapta. Y adaptarse es seguir el Ideal del Otro. 
 Lacan dirá que la función del psicoanálisis es, romper el dominio del Yo, que es el del Ideal que nos han inculcado, el de nuestras identificaciones imaginarias. El Yo,. es, finalmente, una ficción. Lo que hay más allá quizás sea indefinible. Lacan no puede, ni quizás, quiere, definirlo. El objeto a, el resto, lo real. La Otra escena, por utilizar el término del filósofo y psicoanalista Octave Mannoni. Lo que nos singulariza. El modo propio de gozar, que dirán los lacanianos.

 Lo que yo pienso es que hay que formar una estructura sólida, que es el carácter. De ello hablaban los antiguos como la manera de no dejarse esclavizar por los otros ni por las propias emociones. Pero no tiene que ver con la inteligencia. De ello nos hablaba también el ultimo Foucault cuando se refería al cuidado de sí. Pero creo también que el carácter debe abrirse a esta singularidad propia que es indefinible. nada que ver tampoco con la inteligencia emocional. Mi conclusión es, entonces,  que el término inteligencia emocional confunde más que aclara.

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