Escrito por Luis Roca Jusmet
El tema de la paternidad está al orden del día. Los padres estamos desorientados. Hay un declive importante de la figura paterna. El patriarcado está, por lo menos en las sociedades occidentales, en vías de desaparición. Es la crónica de una muerte anunciada, quizás en todo el mundo por la globalización final del capitalismo. Lo apuntó Marx : a medida que avanza el capitalismo todo lo sólido se desvanece. El atriarcado era la base de la autoridad en la familia nuclear. institución básica de la sociedad modena. La familia moderna era nuclear y patriarcalen sus inicios. La mujer no gana nada, en un primer momento, con la aparición de la modernidad: se convierte en la mujer sumisa que se ocupa del marido, de los hijos y de las tareas domésticas. Es el ideal burgués que la mujer obrera no puede cumplir : carga con este ideal y encima tiene que trabajar en la fábrica. Sera la lucha incansable de las mujeres la que las emancipará, no la lógica del capitalismo o la de la modernidad. Cuando la figura del padre va decayendo, lo hace con él la de la autoridad, porque el era su representación. En todas partes se ven estos efectos: en la escuela y en el resto de las instituciones.
Pero pedir la vuelta de la autoridad perdida es pedir la vuelta al patriarcado. Pero se equivocaron los seguidores de Wilheim Reich cuando dijeron que el capitalismo no sobreviviría a la caída de la familia autoritaria y patriarcal. Ha sobrevivido a su caída : no será esto el que lo haga caer.
La democracia es incompatible también con la autoridad, por lo menos en el sentido jerárquico, que existe unas relaciones de dominio. Foucault, el gran crítico de todas las manifestaciones del poder, planteó finalmente que no todo poder es malo, que solo lo es cuando tiene una forma de dominio jerárquico. La autoridad y el poder que comporta se puede basar también en el reconocimiento, que es lo que le hace compatible con la democracia.
Hanna Arendt, en sus interesantes reflexiones sobre la autoridad, señaló que en el siglo XX se estaban emancipando las mujeres, los obreros y los niños. Emanciparse quiere decir dejar de estar sujetos a la autoridad del hombre-empresario-padre y convertirse en sujetos de derechos. En el caso de la mujer y el obrero le parecía bien. Hay que matizar aquí que la emancipación de la mujer va en camino de ser total, porque nos lleva a la igualdad de derechos y de oportunidades. La del obrero es más relativa : es pasar de una autoridad absoluta a una relativa, limitada por unos derechos. ¿ Pero que pasa con los niños y adolescentes ? A Hanna Arendt le parecía que su emancipación era negativa : para ellos y para los padres. Pero hay que matizar que Hanna Arendt se refería a una emancipación total, no a poner un límite a la autoridad de los padres. Se daba cuenta que esto conducía a la falta de autoridad de los adultos sobre los niños. Este es el drama: los niños y adolescentes ya no reconocen la autoridad ni de los adultos, ni de los padres ni de los maestros. Sus consecuencias en la escuela también las conocemos, aunque el tema sea complejo y merece tener en cuenta más aspectos, por supuesto.
La cuestión es que los padres sufrimos cuando no queremos restablecer el patriarcado. Y cuando lo hacemos resultamos, en general patéticos. Sufrimos porque no sabemos lo que hacer. A veces nos movemos en la impotencia, oscilando entre el coleguismo el autoritarismo con los hijos. Figura patética si las hay, la del padre amigo que cuando quiere poner límites recurre a reacciones autoritarias.
Los psicoanalistas, por otra parte, nos recuerdan la importancia del Padre. El más lúcido de ellos después de Freud, Lacan, hablaba del Nombre del Padre. El Nombre del Padre es una función simbólica, la de la Palabra del padre que pone límites al goce del hijo. Porque el Padre es la Ley y es el Lenguaje, es la mediación simbólica que permite salir al niño del goce de la Madre. es el Otro simbólico que permite separarse del Otro pimordial. Si no ocurre, surge el psicótico.
Los padres actuales estamos angustiados por la debilidad de nuestra presencia, de nuestra palabra, de nuestra ley. Quizás somos los responsables de estos adolescentes medio autistas y medio hiperactivos.Irresponsables, hedonistas, ansiosos, enganchados a los objetos tecnológicos del consumo, impertinentes. ¿ Es la declinación de nuestro papel la que ha provocado este debacle ? Los padres nos culpabilizamos de engendrar hijos sin culpa.
Massimo Recalcati plantea un camino interesante "En el nombre del hijo", nos dice que sería lo planteado hoy. El Padre, tal como se había entendido, está muerto. El mito de Edipo ya no sirve. Pero hay otro mito que puede ayudarnos. Es el Telécamo de Homero. Telécamo espera al padre. Mira el horizonte esperando que vuelva su padre. Que vuelva con la ley que pueda poner orden en el caos que vive. Espera un Padre glorioso y solo llega un inmigrante sin patria. Pero ya está bien. Quizás los adolescentes esperan también un Padre glorioso pero no llega nadie. Si somos este inmigrante sin patria ya instauramos un orden, una ley. Ser testimonio de una vida adulta, de alguien que se responsabiliza de su propia vida. Que tiene un proyecto, una ética. Que no se rige por el hedonismo y el narcisismo. los adolescentes son hedonistas y narcisistas. Es lo que les toca. Pero deben superarlo. ¿ que superarán si se encuentran con supuestos adultos tan hedonistas y narcisistas como ellos ? Es el testimonio de alguien que, con sus inseguridades y debilidades, es capaz de sostener una ética, una responsabilidad, es suficiente. Quizás no sea tan nuevo.
En otro libro, ya clásico, recomendable para padres, otro psicoanalista, Bruno Bettelheim, decía algo muy importante. Que lo que importa no es que el padre sea autoritario ni liberal. Lo que importa es el ejemplo. Bettelheim citaba un estudio de un país nórdico. Lo que tenían en común los jóvenes delincuentes era que sus padres decían una cosa y hacían otra. No se trata de esconder las contradicciones. Se trata de no ser un impostor. No hay que volver a la culpa : hay que apostar por la responsabilidad. Los niños y los adolescentes necesitan un referencia. Pero la referencia que podemos darle es una referencia ética basada en la responsabilidad, no una referencia basada en la Ley, la obediencia y la culpa. Este padre ha muerto. El único problema es que no ha dado lugar al sujeto autónomo que nos proponía Kant. Nietzsche lo vió más claro : "La Muerte de Dios" ( que ha conducido a la muerte del padre) nos conducirá al nihilismo.
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